
Un tomo muy interesante en el que a Rin vuelven a asaltarle las dudas acerca de si estará obrando bien o no; dudas razonables, por otra parte, creo que si yo estuviera en su situación también las tendría.
Araya es un indeseable, un cínico y me parece absolutamente morboso lo que hace con Rin y lo que hizo con su madre, pero creo que esta vez le he comprendido un poco más que la otra en la que directamente le odié.
Lo mejor del tomo ha sido para mí el flashback, ¡Magatsu! No me acordaba que salía en este tomo y me ha encantado verle. Es un sol -dentro de lo que cabe, claro-.
Y no me gustaría estar en el pellejo de Manji. Es genial eso de no poder morir, pero joder, en cada tomo le rajan lo indecible y eso duele. A ver si no se duerme tanto en los laureles y no se deja herir tan fácilmente, que la pobre Rin lo pasa muy mal.
Qué ganas tengo de que vuelva ya Magatsu y tenga más protagonismo. ¡Te echamos de menos, Taito!
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