sábado, enero 18, 2020

El cuento número trece

Una de las mejores cosas de ser amante de la lectura es esa sensación de anticipación cada vez que abrimos un libro nuevo por la primera página. ¿Me gustará este libro? ¿Me enamoraré de sus personajes? ¿Lo recordaré por mucho tiempo o lo olvidaré nada más terminarlo? No todos los libros nos provocan los mismos sentimientos, y desde luego no todas las veces nos damos cuenta de lo especial que es el viaje que estamos a punto de emprender en cuanto empezamos a leer; con El cuento número trece, lo supe de inmediato.

Esta es la primera novela de Diane Setterfield, profesora de literatura francesa. Nadie lo diría, puesto que para ser un debut, su trabajo es excepcional. En El cuento número trece, la protagonista es Margaret Lea, una biógrafa aficionada que recibe el encargo de escribir la historia de una las escritoras británicas más prolíficas y leídas, la enigmática Vida Winter, que jamás ha contado la verdad sobre su vida. Intrigada por los extraños relatos de la señorita Winter, Margaret se va metiendo cada vez más y más dentro de la mente de una mujer que quiere expiar sus pecados antes de morir.

Desde el principio queda patente que esta novela no es ya un homenaje, sino que es directamente una carta de amor a la literatura clásica, en especial al suspense/romance gótico de las Brontë y similares. Estamos ante una historia dentro de una historia, en la que una compleja trama familiar se entreteje con hebras de todos esos elementos que plagan las páginas de esas obras inmortales: amores enfermizos, celos, traiciones, desesperación, intrigas, misterios y relaciones familiares intensas y sumamente complicadas. La forma en la que Setterfield nos va desvelando poco a poco la historia de la familia Angelfield/March a través de los recuerdos de la señorita Winter y cómo Margaret se va implicando en ella y sacando sus conclusiones es magistral. Debo decir que comprendí hacia dónde se encaminaba al mismo tiempo que Margaret y me gustó tanto cómo lo hizo la autora que todavía no había terminado la novela y ya tenía ganas de volver a leérmela para ver de nuevo todas las pistas.

La forma de escribir de Setterfield es maravillosa. Se nota que toda su vida se ha empapado de palabras y cada frase es una demostración de lo mucho que ama los libros. Es una prosa tan exquisita que invita a saborearla como uno de esos chocolates calientes que tanto le gustan a Margaret, y sus personajes son asimismo inolvidables: Margaret y su propio bagaje familiar, las gemelas Adeline y Emmeline, el jardinero John the Dig, la señora Dunne, la avispada institutriz Hester, el gigante bonachón Aurelius, incluso el doctor Clifton, que receta leer a Sherlock Holmes para subir el ánimo. 

El cuento número trece es una novela cautivadora que nos recuerda por qué la lectura es uno de los mayores placeres de esta vida. ¿El único inconveniente, aparte de la pena de haberlo terminado y de no poder acompañar más a Margaret y a la señorita Winter? Que tengo una pila de libros por leer kilométrica y por culpa de Setterfield me muero por ponerme a leer clásicos. En fin. Ojalá todos los problemas fueran como este.

Nota: 5/5