domingo, mayo 03, 2020

Leyendo Sherlock Holmes: El signo de los cuatro

La segunda novela de Holmes es la tercera cronológicamente, aunque Doyle no era demasiado estricto con las fechas (de hecho hay un par de historias que cronológicamente se ubican antes y en las que mencionan este caso). Hay muchas menciones a Estudio en escarlata, específicamente quejas por parte de Holmes al que no le acaba de gustar el ángulo que toman las historias de Watson, que no reflejan fielmente su método.

En El signo de los cuatro se nos presenta otro personaje importante dentro del lore holmesiano, que es Mary Morstan, futura esposa de Watson, y que acude a ellos para que le ayuden con un misterio que tiene que ver con la desaparición de su padre, años atrás, y con un críptico mensaje de un desconocido que le ha estado enviando unas perlas de gran valor sin motivo aparente. 

A diferencia de las otras dos novelas, aquí la estructura es lineal y el autor deja el trasfondo para el último capítulo, en el que uno de los implicados proporciona la información que faltaba para acabar de encajar todas las piezas. Como es habitual Holmes lo resuelve todo bastante rápido pero por una vez se encuentra con algunos obstáculos inesperados y está bien verle sudar un poco.

Elementary (2012-2019)

El misterio en sí está muy chulo: un tesoro escondido, una apropiación indebida, una venganza gestada durante muchos años, un asesinato en una habitación aparentemente cerrada... Es casi una historia de piratas en espíritu, y tiene una persecución por el Tamésis fantástica, aunque mi parte preferida es cuando Holmes y Watson siguen el rastro del asesino con el perro Toby.

Además de la introducción de Mary, esta historia es significativa a la hora de mostrarnos el grave problema que tiene Holmes en su adicción a la cocaína, lo único que le hace sentirse estimulado cuando no tiene un caso que resolver entre manos. Ya lo había mencionado Watson en alguna que otra historia, pero aquí lo hace con más detalle y no se corta en manifestar que está totalmente en contra y que es un hábito que le irrita particularmente.

Y por cierto, un detalle que me ha llamado la atención es que en las adaptaciones que se han hecho (las que he visto yo, vaya) en lo que respecta a la policía casi siempre aparecen Gregson y Lestrade, pero otros inspectores con los que Holmes no tiene más remedio que colaborar, como en esta historia el enérgico Athelney Jones, no se les menciona.

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