miércoles, mayo 27, 2020

La semilla del diablo

Este clásico de Ira Levin estaba en mi lista de lectura desde hace tiempo y le tenía muchas ganas, porque además no he visto la película así que la historia me venía de nuevo. Eso sí, la traducción del título original (Rosemary's Baby) no deja mucho lugar a la imaginación, pero en fin...

Seguimos a un matrimonio que se muda a una casa en la que históricamente han pasado muchas tragedias. La joven Rosemary quiere empezar a formar una familia cuanto antes pero su marido, un actor cuya carrera todavía no ha despegado, no está muy por la labor. Cuando su marido finalmente accede, sucesos extraños empiezan a rodear a una Rosemary que no es muy consciente de lo que está pasando.

Lo que más me gusta de leer los clásicos de cualquier género, pero especialmente de terror, es ver lo mucho que han inspirado a las obras que han venido después, y con La semilla del diablo pasa eso mismo: la estructura de la historia, los momentos clave, la forma en la que se va desvelando todo, son elementos que tras la publicación de este libro en 1967 y su adaptación a película un año después se han hecho muy comunes tanto en la literatura como en el cine de terror.

Estamos ante una novela cortita en la que Levin conjura muy bien la confusión de Rosemary, en una época en la que sin Internet o teléfonos móviles una chica ingenua como ella lo tenía complicado para darse cuenta de que muchas cosas no terminan de encajar (aunque el marido déjalo correr). De todas formas aunque sea comprensible sí que es un poco frustrante lo mucho que tarda Rosemary en empezar a sospechar, pero es genial cuando al final suma dos y dos y empieza a relacionarlo todo, incluso cosas que parecían inocuas en un principio.

Algo que aprecié mucho en la lectura es que cuando empiezan los cambios de actitud de Guy, Rosemary intenta justificarlo sin mucha convicción, pero el texto te dice claramente que las acciones de su marido no tienen justificación posible y que lo que le hace la noche del bebé, por ejemplo, es una barbaridad. Salvo por la homofobia, es una novela bastante moderna.

Levin hace una cosa muy bien, y es adaptar el terror gótico más clásico a un entorno moderno. Me gustó mucho cómo Rosemary compara la religión de su familia (para ellos Dios es real, y es una creencia no solo aceptada sino corriente y bien vista) con la de los inquilinos que dieron mala fama a la casa donde viven, porque para ellos es tan real como para otros lo es creer en Dios. El final, aunque interesante, me convenció solo a medias porque creo que hubiera sido más terrorífico si se hubiera ajustado más a esa idea.

La novela se lee muy rápido, es inquietante y siniestra y te hace sufrir por la pobre Rosemary. Lectura más que recomendada para el que busque uno de esos relatos de terror que se cuecen a fuego lento.

Nota: 3'5/5

No hay comentarios: