jueves, abril 19, 2018

Calendar Girl #4

Y llegamos al final del viaje de Mia con los meses de octubre, noviembre y diciembre, en los que a la protagonista se le presentará una gran oportunidad laboral así como la posibilidad de cumplir todos sus sueños junto al hombre ideal y a su cada vez más grande familia.

Al fin me libro de esta saga que por algún motivo me he leído entera pese a que no me ha gustado ninguna de sus entregas. Pero, al menos, las dos primeras estaban un poco más entretenidas porque estaba gracioso eso de conocer a gente nueva cada mes y ver cómo Mia ayudaba a sus nuevos amigos a cumplir sus propios sueños. En esta última entrega el tema de los clientes es distinto y básicamente encontramos quinientas páginas de "amo a Wes", "qué conexión tan increíble que tenemos Wes y yo", "qué grande la tiene Wes" y drama familiar cada vez más ridículo.

La historia de "amor" con Wes no la compro por ningún lado porque apenas los vemos hacer otra cosa que no sea fornicar, y son tan desagradables que se ponen a tocarse sus partes delante de la pobre ama de llaves o a morrearse enfrente de su sobrina de cinco años. ¡Qué sexy! Wes ya me pareció un cavernícola en el anterior libro pero aquí directamente es "unga unga yo poseer mujer". Qué pena que una chica como Mia, que era tan independiente, acabe atada a un tío que controla cada movimiento que hace. 

No tenía ninguna esperanza en que la trama del TEPT de Wes estuviera bien llevada y efectivamente, se cura como en dos meses.

El libro es increíblemente repetitivo, ¿cuántas veces me tienes que decir que los ojos de Wes son del color de la hierba recién cortada? El drama familiar es cada vez más de telenovela y los personajes cada vez más unidimensionales e irreales.

Pero hay dos cosas que me molestan especialmente. La primera es que la total incapacidad de Mia de atar cabos con cosas tan evidentes presuponga que el lector es igual de corto y se sorprenda con los plot twists de la trama que se ven venir al minuto uno. Ya lo hizo en el anterior con lo de Max y aquí lo vuelve a hacer con su cliente sorpresa. A ver, si ha de ser una sorpresa la identidad de esa persona, ¿por qué haces que la protagonista crea haberla visto unas páginas antes? ¿Por qué haces que otros personajes hablen de una forma críptica tan absurda si ya se ve venir lo que va a pasar?

Y segundo, lo que me hizo bullir de ira, es el tratamiento que recibe la pobre Gina una vez más. La amiga de Mia se refiere a ella como "sucia perra robahombres" cuando lo único que hizo Gina fue acostarse con un hombre soltero (mientras Mia se cepillaba a otros tranquilamente). No solo eso, sino que por tener la osadía de acostarse con el interés romántico de la protagonista la autora la hace pasar por un infierno absolutamente desproporcionado solo para que Mia quede como una buenísima persona por tragarse sus celos y darle permiso para ver a Wes. Pero eh, no por el bien de ella, sino solo porque cree que eso ayudará a Wes. Eso después de que Mia diga que pobrecita pero que si estuviera destrozada por las drogas o por tener problemas en el trabajo se alegraría de su poca fortuna. ¡Qué compasiva eres, Mia! ¡Qué empática que, después de haber pasado por un trauma tú misma unos pocos capitulos atrás, Wes te confiesa todas las barbaridades que sufrió la pobre Gina y a los dos minutos un gemido de Wes te pone cachonda!

Y, por supuesto, Gina es ninguneada en el epílogo, quita quita, la rival de Mia no se merece ni una mención de una línea.

Lo único bueno que ha tenido este libro es que se lee rápido y que ya se ha terminado todo.

#justiceforgina

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