jueves, junio 11, 2020

Rojo, blanco y sangre azul

El debut de Casey McQuinston con Rojo, blanco y sangre azul fue uno de los libros de los que más se habló en 2019, especialmente entre los fans de la literatura romántica. Ganó a mejor novela romántica en los premios Goodreads con más de 76.000 votos y en la categoría de debut con más de 60.000. ¿Qué tiene esta historia para haber enamorado a tantos de sus lectores?

Desde luego tiene muy claro el público a la que va dirigida, y es que McQuinston nos ofrece una realidad muy diferente a la nuestra en la que en 2016 las elecciones las ganó una mujer de Texas, demócrata, divorciada de un hombre mexicano y con dos hijos mestizos. Una presidenta que se preocupa por el pueblo, cuyo hijo Alex sueña con ser un día él mismo Senador y luchar contra la discriminación, y que se presenta a una reelección complicada con optimismo. Una realidad en la que un príncipe de Inglaterra, Henry, se enamora de Alex, y en la que Alex se enamora de Henry, y en la que tienen que esconder su amor para no perjudicar a la familia de ambos, hasta que irremediablemente todo sale a la luz. Y bueno, un puede esperarse cómo va a ir la cosa.

Estamos ante un enemies to friends to lovers de manual, de hecho hay muchas situaciones que se encuentran muy a menudo en el fanfiction (una vez leí a alguien afirmar que esta novela era un fanfic  AU Arthur/Merlin y un poco sí), aunque rivales lo son bastante poquito y amigos también, la novela va bastante directa al romance. McQuinston mezcla la historia de amor (muy, muy, muy pastel) con el clima político, mucho más idealizado de lo que sería la vida real. Ya no solo porque la política de Estados Unidos es básicamente todo lo contrario sino porque no hay más que ver cómo tratan los británicos a Megan para saber que jamás aprobarían un romance con un hombre.

Es una novela muy cuca, en la que seguimos a estos dos veinteañeros que no pueden vivir su romance de una forma normal por culpa de sus situaciones, pero que se las apañan para encontrar la manera de estar juntos. Hay bastante más smut de lo que me imaginaba, pero no me convence demasiado la forma en la que está escrito, porque por un lado la descripción del sexo en sí es super, supervaga, pero luego McQuinston te mete frases de diálogo en plan "acabas de tener mi p***a en la boca", y no sé, creo que hay un término medio.

Los personajes son bastante adorables. Al que más conocemos es a Alex, ya que la historia está narrada desde su punto de vista, y es bonito verlo crecer y convertirse en una persona diferente a la que tenía él en mente, un chico decidido a hacer el bien y muy, muy enamorado. Henry también es un amor, aunque le conozcamos un poco menos, y el resto de secundarios caen un poco en eso de ser un pelín "quirky", pero están bien.

McQuinston tiene un estilo muy bonito, muy ñoño, que brilla sobre todo en los monólogos interiores de Alex. Es en general una lectura muy amena, que gustará a los que busquen una historia de amor bonita entre dos jóvenes líderes mundiales y quieran evadirse un poco del mundo real para creer durante unas horas que las podrían ser diferentes.

Nota: 3/5


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