La novela está narrada a través de entradas de diario de Charlie, que empieza escribiendo las palabras fonéticamente y que va mejorando poco a poco a medida que el experimento va surtiendo efecto. De este modo vemos el cambio del Charlie ingenio que se conforma con muy poca cosa al Charlie cínico que ya no tiene nada en común con el resto de personas que son infinitamente inferiores a su nueva capacidad intelectual.
Es una historia que te parte el corazón a media que Charlie va comprendiendo el abuso al que fue sometido cuando era un crío y su madre se veía superada por no saber cómo tratarlo, de cómo se da cuenta de que sus compañeros de trabajo no se reían con él sino de él, y de cómo su cambio no le facilita crear nuevas relaciones humanas sino al contrario, se va alejando cada vez más y más. También la novela reflexiona acerca del trato que da la sociedad a este tipo de personas con discapacidad intelectual, especialmente en los casos más graves en los que no se les trata siquiera como seres humanos.
Es una novela cortita y en general bastante fácil de leer aunque en algunas partes se hace un tanto pesada porque el Charlie inteligente es bastante insoportable, y también hay que tener en cuenta que se publicó en 1966 así que no vamos a encontrar mucha sensibilidad a la hora de describir las discapacidades, todo el rato se utilizan términos como retrasado o subnormal.
Pero creo que todos estaremos de acuerdo en que si por algo destaca este libro es por ese final tan conmovedor, yo que estaba convencida de que no me iba a afectar llegué a la última página y no pude evitar que se me escapar un sollozo. Es un clásico y merecido, aunque sea muy de su época con lo que eso conlleva.
Nota: 3.5/5
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