viernes, abril 07, 2023

Smiley

 Soc la IKEA dels drames: me'ls munto jo tot sol.

¡Bruno soy yo!

Smiley recoge el texto de la obra de teatro que estrenó Guillem Clua en 2012, así como su continuación, Smiley, després de l'amor que debutó en 2020. Yo personalmente no estaba familiarizada con la obra pero vi la adaptación que hizo Netflix escrita por el mismo Clua estrenada las  pasadas Navidades y me gustó muchísimo, así que tenía curiosidad por ver cómo seguía la historia.

Smiley empieza cuando Àlex, al que su último rollo lleva días ignorándole, le deja un airado mensaje de voz cantándole las cuarenta. Pero al llamarle desde el fijo de su bar se equivoca al marcar el número y el mensaje acaba llegándole a Bruno, que le devuelve la llamada para hacerle ver su error. Como parece que conectan por teléfono deciden quedar para conocerse, y aunque son completamente diferentes y ya en su primera cita no paran de discutir, el encuentro deja a los dos muy marcados.

Clua hace así un homenaje a las comedias románticas de toda la vida, con sus enredos, sus puntos de partida que parecen obra del destino, sus diálogos ágiles y mordaces, y los adapta al mundo de las citas modernos para los hombres gay (durante toda la obra, hay diversas pausas en las escenas para que los dos personajes expliquen al público términos que igual se les escapan, como Grindr, poppers y tal). Casi todo el texto lo conforman escenas de Àlex y Bruno con la aparición esporádica de algún otro personaje (aquí no existe Ibra, pero sí hay un Pablo, que viene a ser el equivalente; en el teatro, todos los personajes los interpretan los mismos dos actores que hacen de Álex y Bruno).

La mayoría de diálogos se trasladaron palabra por palabra a la serie. Lógicamente tiene más gracia verlos interpretados, pero me he divertido mucho leyéndolos igualmente y sí, se me ha vuelto a saltar la lagrimilla con el discurso de la cerveza (aunque sin Ramón pierde impacto, ¿eh?). Aquí la cosa va bastante más rápida y Àlex y Bruno se ven todavía menos tiempo que en la serie, pero Clua hace un buen trabajo haciendo que el espectador, o en este caso lector, se encariñe de los dos y les desee lo mejor. 

Cuando vi la serie me gustó un montón que siguiera la estructura clásica de las comedias románticas pero con una pareja de dos hombres, y que no buscara ser nada especialmente realista sino el tipo de historia de amor que sabes que no existe pero que te comes con patatas en la ficción porque te deja con el corazón calentito cuando por fin todo acaba como tiene que acabar.

Así que la secuela traiciona un poco la magia de la obra original. Trata temas interesantes como son la forma en la que vamos cambiando a medida que vamos cumpliendo años, o como se encajan las decepciones de algo que teníamos por seguro. Tiene una estructura parecida a la primera parte, con escenas que son un reflejo de esta, y también incluye algunos tropos clásicos de comedia romántica. Está bien saber qué es de Àlex y Bruno seis años después pero no me ha gustado demasiado ese final y después de ver la serie se me hace difícil encajar al Bruno de Miki con el Bruno de Després de l'amor. Supongo que al no tener la referencia de la interpretación de los actores en este caso ha hecho que me costara más entrar.

El libro también incluye una introducción escrita por Clua en la que nos explica cómo nació Smiley y las diferencias en función del país en el que se representaba la obra.

De modo que bueno, es una lectura muy ligerita que se lee muy rápido y ya he satisfecho mi curiosidad de saber qué es de los personajes tras el final de la serie.

Nota: 3/5

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