viernes, enero 08, 2016

La Chica de al Lado

El dolor puede llegar de fuera a dentro. Quiero decir, que hay veces en las que lo que ves es dolor. Dolor en su forma más cruel y pura. Sin que las drogas, o el sueño, o el shock, o el coma te lo suavicen. Lo ves y lo tomas. Y entonces es tuyo.
Jack Ketchum (seudónimo de Dallas Mayr) es uno de los escritores de terror estadounidenses más destacados que ha ganado numerosos premios y ha sido nominado a otros tantos, además de que varios de sus trabajos han sido adaptados al cine. Stephen King manifestó admiración por su trabajo y llegó a compararle con Clive Barker. Una de las razones por las que Ketchum es un autor único en el género es porque, generalmente, prefiere escribir sobre un tipo de terror realista, es decir, no utiliza elementos sobrenaturales sino que se centra en situaciones que perfectamente podrían pasar en la vida real, como es el caso de este libro.

La Chica de al Lado es uno de sus trabajos más famosos. Está inspirado en una historia real, la del asesinato de Sylvia Likens, una adolescente de dieciséis años que en 1965 quedó al cuidado, junto a su hermana, de una mujer mientras sus padres estaban de viaje por trabajo. La mujer que debía cuidar a Sylvia, con la ayuda de sus hijos y algunos vecinos del barrio, torturó salvajemente a la chica durante meses hasta matarla. 

Ketchum indica que después de conocer el caso no pudo olvidarlo, y por eso se decidió a escribir esta historia; quería explorar lo terrible que puede llegar a ser el abuso infantil y hasta qué punto puede llegar la maldad de una persona que solo se preocupa por sí misma y no es capaz de ver el sufrimiento ajeno.

Así que Ketchum cogió la historia de Sylvia Likens y la adaptó a su propio entorno, a su propia calle cortada de cuando él tenía doce años, en una casa al lado de la casa donde él creció. El protagonista, David, es un hombre adulto que está a punto de casarse por tercera vez y que rememora el verano en el que tenía doce años y llegaron a su calle Meg y Susan, dos niñas huérfanas que acababan de perder a sus padres en un accidente de coche y que terminaron al cuidado de su tía Ruth, madre de tres hijos. David se enamora por primera vez de Meg, y está encantado con la perspectiva de verla cada día porque vive en la casa de al lado, pero cuando la animadversión de Ruth escala al maltrato y de ahí a cosas mucho más terribles, David se ve incapaz de hacer nada por ayudar a la chica.

La Chica de al Lado está narrado en primera persona por lo que todo lo vemos a través de los ojos de David, un niño en apariencia inocente que se ve inmerso en una espiral de violencia de la que no puede salir; David realmente no le hace nada a Meg, solo fantasea con tocarla y se queda mirando cómo lo hacen los demás. Sabe que está mal, sabe que debería hacer algo, pero al mismo tiempo está fascinado por el poder que siente al saber que la persona adulta, que en este caso es Ruth, considera que le está haciendo un favor a Meg enseñándole lo que de verdad significa ser una mujer y que los hombres le utilizarán toda su vida, y que Ruth confía en sus hijos y en David para que le echen una mano. Con el tiempo, David empieza a ver que Ruth es un monstruo, una mujer que se ha dado cuenta de que ha desperdiciado su vida, con un marido que la ha abandonado, y cuidando de tres hijos que no le permiten tener vida propia. Meg, una muchacha muy bonita, que podría haber tenido un futuro brillante, representa todo lo que ella ha perdido, y el odio y la envidia es lo que propician toda la cadena de acontecimientos.

Ketchum afirma que siente un profundo asco por este tipo de personas, por gente como Ruth, por gente capaz de hacer daño a una persona en inferioridad y manipular a una serie de niños para que entren en el juego, pero cuando te lees el libro realmente te preguntas qué necesidad hay de escribir todo eso. La Chica de al Lado comienza como un relato de lo más inquietante con la descripción del juego del comando, que sabes que es horrible pero al final y al cabo te lo deja a tu propia imaginación. Luego te describe el sótano de los Chandler y sabes que un montón de cosas espantosas van a pasar ahí, pero llega un momento en el que deja de ser inquietante para convertirse directamente en horripilante, y no el buen sentido.

Porque una cosa es el terror, y otra cosa es esto. Una cosa es pasar miedo, zambullirte en una historia y aguantar la respiración mientras sigues leyendo con el ansia de saber qué va a pasar, y otra cosa es leer durante páginas y más páginas cómo una niña de catorce años es torturada, vejada, y violada continuamente por la persona que se supone debería cuidar de ella y por todos los niños de la calle. Además el autor no escatima en detalles, solo se guarda una de las cosas que le hacen a Meg (sí, la más horrible de todas, al menos hay que agradecerle eso), pero el resto te lo cuenta y te lo tienes que tragar y sinceramente, creo que algo dentro de mí murió leyendo esto, parte de mi fe en la raza humana, probablemente.

Y pese a todo me quedo con Meg, la valiente Meg que no se rinde y trata de conservar la dignidad todo lo que puede y de proteger a su hermana desvalida. Acabé llorando de impotencia y de rabia por ella, la verdad.

La Chica de al Lado es un buen libro, pero no es un libro para todo el mundo, y desde luego no es un libro para mí. El torture porn no es lo mío y este libro es puro torture porn, por mucho que el autor lo justifique como quiera. Es un libro que supongo que disfrutarán aquellos que gusten de novelas como American Psycho y similares.

Nota: 7 

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