Tras matar a sangre fría a cinco prostitutas y mutilar sus cuerpos en otoño de 1988, la figura de Jack el Destripador, al que nunca se llegó a atrapar ni a conocer su identidad, se ha convertido en todo un personaje místico que más de cien años después sigue causando una fascinación morbosa entre los amantes del misterio y del terror.
Alan Moore, uno de los mejores guionistas de cómics de la actualidad, catalogado por la crítica como el mejor escritor de cómic de la historia, y autor de obras como Watchmen, V de Vendetta o La Liga de los Hombres Extraordinarios presenta en la que es considerada por muchos su obra maestra una posible recreación de los crímenes de Whitechapel en la que la corona estaba detrás de todo. El dibujo, sucio y en algunos casos casi abocetado, y perfecto para el tono de la obra, corre a cargo de Eddie Campbell.
La novela desarrolla la teoría popularizada por Stephen Knight en su libro Jack the Ripper: The Final Solution que la Reina pidió al médico real, el anciano y brillante Sir William Gull, que eliminara a un grupo de prostitutas que amenazaban la integridad de la corona ya que disponían de la información que el príncipe Albert, nieto de la Reina y heredero al trono, se había casado y engendrado una hija con la dependienta de una confitería. Estas cuatro mujeres esperaban sacar algún dinero chantajeando al artista Walter Sickert (el sospechoso favorito para Patricia Cornwell, por cierto), amigo de la madre del príncipe y al que se le había encomendado su tutelaje, demandando dinero a cambio de mantener la boca cerrada.
Según esta versión, inverosímil por muchos expertos (ya que William Gull era un anciano de más de setenta años que había sufrido un infarto unos meses antes), los altos cargos de Scotland Yard estaban al tanto de lo sucedido y acabaron utilizando a un cabeza de turco (Druitt, otro de los sospechosos favoritos) para que no se supiera lo realmente ocurrido, y todo era una conspiración masónica ya que estos estaban inflitrados en varias de las capas importantes de la sociedad.
From Hell es una gran obra porque Moore no se limita a relatar los crímenes sino que hace una deconstrucción de la sociedad londinense y las diferencias sociales entre la clase alta y los habitantes de los barrios bajos, pero no lo hace sólo de la época: los asesinatos de 1888 son el catalizador de la entrada del país al siglo XX. A tavés de una mirada a la arquitectura londinense, Moore hace un estudio sobre el alzamiento del poder del hombre sobre el de la mujer, del sol sobre la luna, y conjetura que otro de los grandes motivos de los asesinatos fue la necesidad de reivindicar este poder, haciendo todavía más palpable la misoginia inherente a una sociedad en la que la mujer era claramente inferior y hombres que consideraban que la igualdad era algo favorable y necesario, como Druitt, eran vistos a ojos de otros como una anomalía.
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Narrada desde el punto de vista de Gull, la novela hace también un estudio sobre el viaje de éste y su espiral hasta la locura, perdiéndose cada vez más en una misión que él considera sagrada y llevando mucho más allá la petición de la Reina; él sólo tenía que eliminar a las amenazas, no llevar a cabo la carnicería que inflingió sobre los cuerpos de esas pobres chicas. Moore también explora la vigencia de la violencia en la sociedad, cómo un hecho aparentemente aislado puede repetirse decenas o cientos de años después porque el tiempo realmente no es algo lineal.
From Hell es una lectura muy densa en la que es evidente el muchísimo estudio e investigación que ha llevado a cabo Moore para prácticamente cada viñeta del cómic. No es una obra fácil de leer por este motivo (especialmente el capítulo en el que Gull y Netley se dan el paseo por Londres), además de ser extremadamente gráfica en las escenas de los asesinatos, pero es muy gratificante e informativa.
El autor hace uso de figuras históricas de la época como Oscar Wilde, John Merrick (El Hombre Elefante) o Alesiter Crowley, para enriquecer la historia, y pone mucho de su propia cosecha en las escenas en las que Gull es transportado a otros lugares, escenas entre lo onírico y lo surrealista con los que Moore trata de meterse en la mente de uno de los posibles sospechosos de haber sido Jack el Destripador. También hace un repaso a todos los otros sospechosos considerados, aunque indica que las probabilidades de que fuera cualquiera de ellos y no Gull son más bien escasas.
Para los amantes de las novelas gráficas más adultas y especialmente para los amantes de una buena historia sobre crímenes con una vertiente psicológica, From Hell es una obra absolutamente imprescindible que arroja luz (o no) sobre uno de los crímenes no resueltos más famosos de la historia, si no el que más.
Nota: 9
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