domingo, noviembre 27, 2016

Just After Sunset

Stephen King es un maestro del relato corto; algunas de las mejores adaptaciones cinematográficas de sus obras, como es el caso de Cadena Perpetua o Cuenta Conmigo, provienen de historias cortas del autor.

El escritor, que precisamente comenzó vendiendo algunos de estos relatos a revistas masculinas para ganar unos cuantos dólares extra, explica que tras una larga temporada de escribir solo novelas largas tenía miedo de haber perdido la práctica de escribir short stories, y que le picaba el gusanillo por volver a hacerlo, por saber que todavía podía hacerlo. Así que la mayoría de historias que están recopiladas en Just After Sunset nacieron a raíz de ese interés de King de volver a sus orígenes, aunque también hay una de sus obras más antiguas, recopilada por primera vez.

En Just After Sunset encontramos un total de trece historias, algunas de entre diez y veinte páginas, otras un poco más largas, entre cuarenta y cincuenta.

Las historias son las que siguen:

-Willa: Después del descarrilamiento de un tren, un grupo de personas esperan en una estación en medio de la nada a que vengan a recogerlos. Tras darse cuenta de que su prometida, Willa, no está con ellos, David sale a buscarla. En cuanto la encuentra, descubrirá una verdad que se estaba negando a ver.

-The Gingerbread Girl: Tras la muerte de su bebé, Emily se obsesiona con salir a correr cada día. Tanto, que acaba dejando a su marido y yéndose a la casa de su padre en Vermillion Beach, en Florida, a aclarar sus ideas. Pasa sus días corriendo, leyendo, y haciendo poco más. Un día recibe la advertencia de que un vecino poco recomendable está de vuelta en la localidad. A Emily le puede la curiosidad y al acercarse a la casa de este ve lo que no tendría que haber visto.

-Harvey's Dream: Después de treinta años casados, Janet piensa que su marido Harvey, y la vida en general, ya no pueden sorprenderla. Pero esa mañana de sábado, Harvey le explica a su esposa la pesadilla extrañamente vivida que ha tenido esa noche, y el miedo atenaza las entrañas de Janet...

-Rest Stop: Un escritor al que a veces le cuesta diferenciar entre su yo real y el del seudónimo con el que escribe sus novelas vuelve a casa de un viaje y se para en una estación de servicio para aliviar su vejiga. Pero una vez allí escucha que en el servicio de señoras un hombre está golpeando salvajemente a su mujer. Sin saber qué hacer ni si debería intervenir, decide que tal vez ese sea un buen momento de canalizar a su otro yo.

-Stationary Bike: Richard, un ilustrador de casi cuarenta años, recibe una mala noticia de su médico: tiene el colesterol alto, y si no se cuida, podría acabar muy mal. Para concienciarlo, su doctor le hace un símil pidiéndole que se imagine a un grupo de operarios que tienen que trabajar muchas horas extra para librarse de toda la porquería, y que están al borde del colapso porque ya no pueden más. Richard se obsesiona hasta tal punto con ello que dibuja a los operarios, les pone nombre y se imagina sus vidas. Decidiendo que debe seguir el consejo de su médico, se compra una bicicleta estática, se pinta un mural en la pared enfrente al aparato, y cada día imagina que pedalea hasta Canadá; en no mucho tiempo, su estado físico es envidiable. Pero hay un problema: cada vez que se monta en la bicicleta, Richard se mete más y más adentro en ese camino por el bosque que ha pintado, y cada día, es más y más consciente de que, al haber cambiado todos sus hábitos, sus operarios están enfadados por haberse quedado sin trabajo y van a ir a por él para tomar represalias.

 -The Things They Left Behind: Scott trabajaba en una agencia de seguros cuya oficina estaba en una de las Torres Gemelas. El 11-S, por un impulso, decidió llamar al trabajo y decir que estaba enfermo y se fue a pasar el día paseando por el parque. Un año después, los objetos personales que sus compañeros fallecidos tenían en sus escritorios aparecen de forma misteriosa en su casa.

-Graduation Afternoon: El día de su graduación en el instituto, Janice, una chica de procedencia modesta que consiguió echarse de novio a un chico de familia rica, sabe que su relación tiene que acabarse ahí. Poco puede imaginar lo mucho que su vida, o más bien el mundo, está a punto de cambiar.

-N.: Tras el suicidio de su hermano, un psiquiatra, Sheila encuentra las notas de este en las que relata sus sesiones con un paciente llamado N., aquejado de un grave caso de trastorno obsesivo compulsivo. Sheila decide enviarle las notas a un amigo de la infancia de ambos, unas notas que relatan una terrorífica espiral de locura que tiene que ver con el descubrimiento de una formación de rocas al final de un camino abandonado, unas rocas que, según N., protegen al mundo de algo absolutamente maligno.

-The Cat From Hell: Un asesino a sueldo recibe un sorprendente encargo: eliminar a un gato, responsable de tres muertes. El asesino acepta el encargo sin ser consciente de dónde se está metiendo.

-The New York Times at Special Bargain Rates: Dos días después del accidente de avión en el que falleció su marido, Anne recibe una llamada de este.

-Mute: Monette, un vendedor de libros, recoge a un autoestopista sordomudo en uno de sus viajes. Como este no puede oirle, Monette se descubre a sí mismo explicándole su historia, cómo su mujer, que resulta tenía un amante, había robado miles y miles de dólares de su trabajo para comprar lencería y jugar a la lotería. ¿Pero es realmente seguro contarle todo eso a un extraño, pese a que este sea sordomudo y no se entere de nada?

-Ayana: Un hombre vuelve a su casa familiar junto a su hermano para estar al lado de su padre en sus últimos dias, ya que se está muriendo de cáncer de páncreas. Pero, extrañamente, un día aparecen una mujer y una niña, la cual le da un beso a su padre moribundo. Poco después, su padre se recuperó completamente. Unos años más tarde, le tocaría el turno al hombre de producir esos milagros.

-A Very Tight Place: Curtis lleva un tiempo enemistado con un vecino, puesto que ambos compraron el mismo solar y su vecino mató a su perra. Cuando su vecino le deja un mensaje diciéndole de quedar para disculparse y resolver sus asuntos, Curtis decide acudir a la cita, sin saber que se va a meter de lleno en una trampa.

En estos trece relatos King explora varios miedos y temores a lo desconocido, además de otros aspectos más humanos y conocidos: la muerte, las obsesiones, los asesinos en serie, el más allá, la venganza, el duelo, los remordimientos, la conformidad... No todas las historias son de terror, algunas se inclinan un poco más por el drama, pero la mayoría tienen un elemento fantástico, un elemento fuera de lo común tan propio del autor.

Menos Graduation Afternoon, que no aporta nada, todas las historias valen mucho la pena, y algunas, como la de la bici estática o la del 11-S, son realmente originales y sorprendentes. Pero si tengo que elegir, de entre todas me quedo con tres: The Gingerbread Girl, porque ese duelo entre la protagonista y el asesino en serie es frenético y me mantuvo sin respiración hasta el final, The New York Times at Special Bargain Rates porque es muy tierna pese a lo terrorífico de la situación, y N., porque el elemento psicológico es fascinante y el final es genial, aunque también creo que aquí King recicla un poco de Buick 8.

Además, al final del libro, el escritor explica cómo concibió la idea para cada una de sus historias, algo que particularmente encuentro superinteresante.

King saca lo mejor de sí mismo en esta más que fantástica recopilación de relatos. Y es que todos hemos oído ese dicho que reza que lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Nota: 8


sábado, noviembre 19, 2016

Hechizada

De Jane Green solo había leído un libro anteriormente, hace ya bastantes años, pero aun así sabía exactamente lo que esperar de ella: una historia ligera, que enganche, con unos personajes lo suficientemente interesantes como para querer meterte sus vidas y especialmente una lectura con la que no haya que pensar mucho, que a veces es lo que apetece. Y sí, exactamente eso me encontré al leer Hechizada.

Alice siempre se ha considerado a sí misma una chica normalucha, y nunca ha tenido demasiada suerte en el amor. Por eso no se cree que justamente un hombre como Joe Chambers, que parece tenerlo todo (es guapísimo, encantador, inteligente y rico) se haya fijado en ella. Casarse con él ha sido como un sueño hecho realidad, aunque ya para empezar la boda no se pareciera en nada a como ella siempre la había imaginado y que haya tenido que cambiar casi todo de ella misma para estar a la altura de su marido.

Cinco años después, Alice y Joe siguen felizmente casados... Bueno, más o menos, porque Joe siempre está trabajando y casi no se ven, a Alice esa vida glamurosa que llevan no le acaba de gustar y encima ahora, a causa del trabajo de Joe, se tienen que ir a vivir a Nueva York. Pero una vez en Estados Unidos Alice cumplirá por fin su verdadero sueño: vivir en una encantadora casita en el campo, una casa que perteneció a una escritora que tenía muchas cosas en común con Alice y que hará ver a esta que su matrimonio es de todo menos de color de rosa.

Últimamente me está apeteciendo mucho leer chick-lit, un género que he tenido unos años abandonado. El otro libro que leí de Jane Green me gustó mucho, así que Hechizada supuse que sería una apuesta segura y por suerte he acabado satisfecha después de su lectura, aunque no es un libro romántico de esos que te haga suspirar y te llene de buenas sensaciones, precisamente. Aquí el amor no está idealizado, es más bien crudo.

Y es que Hechizada está narrado a través de múltiples puntos de vista, de todos los personajes involucrados. Sabemos qué piensan personajes como Alice, Joe, Emily, Harry o Josie... Pero también otros muchos personajes secundarios que no aportan demasiado y que realmente no necesitaban su propio punto de vista. Así que, aunque Alice desconozca (o finja desconocer) qué hace su marido cuando no está en casa, el lector lo sabe en todo momento, y me voy a detener aquí un segundo porque necesito desahogarme: Joe es el personaje más repugnante que me he encontrado en mucho tiempo.

Joe parece el hombre perfecto, pero es un misógino de cuidado, siempre acostumbrado a lograr lo que quiere y que ve a las mujeres como meros accesorios. Veamos: Joe quiere una mujer que sea sumisa, maleable, que se peine y vista como él quiere, que cuide de él, que le vea como un dios y que, por supuesto, sea inferior. Una mujer guapa a la que llevar colgada del brazo para presumir de ella y poco más. Por eso se fija en Alice, porque ve que tiene potencial para convertirse en lo que él quiere, una mujer que esté dispuesta a complacerle en todo. Alice está tan enamorada que decide que no le importa que no tengan absolutamente nada en común, decide ser lo que Joe cree que ha de ser una buena mujer. Penoso, ¿verdad? Es mucho peor. Joe quiere que su mujer sea todo eso, pero cuando una mujer es todo eso, pierde su atractivo sexual y necesita buscar emoción en otra parte, porque le excita conquistar a mujeres que sean independientes, saborear el placer de lo prohibido. Joe tiene una larga lista de amantes, pero de entre ellas destaca Josie, una compañera de trabajo con mucho carácter que no parece necesitarlo. Claro está, también se enamorará de Joe, y buscará la manera de mantener el interés de este hasta que, si tiene suerte, Joe decida dejar a su mujer por ella. ¡¡Penoso!!

El papel de la mujer en este libro no es precisamente un modelo a seguir, porque Alice cambia de arriba abajo, suprime todos sus deseos, solo para poder complacer a un hombre que ni siquiera la quiere realmente, solo quiere lo que él desea que ella represente. Con Josie tres cuartas partes de lo mismo. Emily es algo distinta, y por suerte Alice se va dando cuenta con el tiempo de que esa felicidad que ella cree sentir es totalmente falsa, que solo podrá serlo si se quiere a sí misma, si vuelve a ser la persona que era antes de estar con Joe.

El libro es muy frustrante en ese sentido, porque Joe es asqueroso y no entiendes por qué alguien como Alice aguantaría tanto tiempo a su lado, cuando ni siquiera disfruta el estilo de vida que le proporciona estar con alguien como él. La forma que tiene Joe de justificar sus infidelidades es repulsiva, y, encima, cuando ves que sí hay otra persona que es perfecta para Alice, que la entiende y la quiere tal y como es ella, también te da pena porque la situación de esa persona pone a Alice en un gran compromiso.

Así que Hechizada no es un libro recomendado para aquellos que busquen a una protagonista fuerte, segura de sí misma y que no necesite a un hombre para validarse a sí misma, porque eso no es lo que encontrarán aquí. Aquí encontrarán a una mujer sin dignidad y sin autoestima a la que le costará mucho darse cuenta de que lo que le va a hacer realmente feliz no es un hombre, sino ser fiel a ella misma.

Hechizada, al menos, tiene un buen mensaje, y es el de que no tenemos que aceptar cambiar todo lo que nos define para ser aceptados por otra persona que nunca nos querrá como somos realmente, y, como dice Alice en cierto momento, los cabrones tienen su punto sexy pero son maridos horribles: mejor buscar alguien bueno, que nos cuide, y con el que podamos formar una vida en común y envejecer.

Además, si algo tiene este libro, es que te entran ganas de comprarte una casita en las afueras, vivir una vida tranquila, pasar tus días dando paseos por la playa con tu perro y cuidando de tu jardín y contemplando las estrellas y disfrutando del silencio por la noche. El estrés de la ciudad apesta cada día más.

En definitiva, un libro que entra bien y que da lo que promete. Estoy segura que Green tendrá a protagonistas más dignas en sus otras novelas.

Nota: 6


domingo, noviembre 13, 2016

El Marciano

Andy Weir, un ingeniero informático de California, se autopublicó su novela El Marciano en 2011. Unos años después una editorial compró los derechos para reeditarla de forma comercial y creo que todo el mundo sabe lo que pasó después: se convirtió en todo un fenómeno gracias al boca a boca y este año se estrenó su adaptación cinematográfica, con Matt Damon en el papel protagonista.

La novela ha sido descrita como una mezcla entre Apolo 13 y Náufrago. Durante una misión a Marte, una tormenta de arena azota el planeta y los miembros de la tripulación afincados allí deben abandonar y volver a la Tierra antes de lo previsto, dejando atrás a uno de los suyos, Mark Watney, que ha sido dado por muerto. En realidad Mark está vivo, y tiene los recursos suficientes para aguantar una larga temporada, pero el problema es que no lo suficiente para sobrevivir hasta la llegada de la siguiente misión. Así que, totalmente incomunicado, Mark deberá ingeniárselas para conseguir comida suficiente para sobrevivir hasta entonces.


No soy muy de ciencia ficción, pero con el bombo que se le ha dado a este libro valía la pena probar, y en efecto el hype es totalmente merecido. Weir hace un extraordinario trabajo de investigación para hacer su novela lo más realista posible, tanto en temas de botánica, como en las condiciones en Marte, como de cálculos de órbitas, el funcionamiento de la NASA y un montón de ámbitos científicos más que a mí (que soy de letras) se me escapan totalmente. La narración va intercalando trozos del diario que va escribiendo Mark, totalmente aislado en un planeta desierto, con la de los otros personajes, ya sean los miembros de la NASA que buscan la manera de rescatar a Mark, como sus compañeros de tripulación, que ignoran que han abandonado a su compañero vivo.


El libro tiene un ritmo muy ágil y engancha muchísimo, especialmente la segunda mitad, que no quieres soltar hasta saber si Mark conseguirá ser rescatado o no. También es una novela un poco densa, sobre todo si uno no está muy versado en temas científicos, llega un momento que te mareas con tantísimos datos y probablemente no entendí la mitad, pero Weir sabe imprimirle un tono didáctico a su narrativa para que no te aburras leyendo, y además Mark tiene un gran sentido del humor que siempre utiliza cuanto menos te lo esperas, por lo que una lectura que podría haber sido increíblemente tediosa termina resultando muy divertida y amena y nunca te aburres de ver cómo Mark va encontrando soluciones a los numerosos obstáculos que se va encontrando. La verdad es que admiro mucho a esas personas que tienen facilidad para entender la ciencia y la física; supongo que lo peor que tiene esta novela es que me sentí un poco boba leyéndola, porque como he dicho a mí estas cosas se me escapan totalmente.


Se entiende perfectamente por qué esta historia fue llevada al cine, porque tiene todos los elementos para ser una película de éxito: naves espaciales, héroe (blanco y hetero) que se hace valer de su ingenio para resolver todos los problemas con los que se encuentra, aventura de rescate que parece imposible, personajes carismáticos y un final que te mantiene con los ojos pegados a las páginas. Si la película es la mitad de buena que el libro, seguro que también vale mucho la pena.

Un must para los fanáticos de la ciencia ficción. Muy buen trabajo, señor Weir.

Nota: 8

Suites Imperiales

Desde que me enteré que Bret Easton Ellis había escrito una secuela de Menos que Cero, y especialmente desde que dijo que si era llevada al cine le gustaría que Robert Downey Jr. volviera a interpretar a Julian, que me entraron muchas ganas de leer Suites Imperiales. En general tengo muchos problemas con lo que escribe Easton Ellis porque es demasiado gráfico, pero me fascina su estilo narrativo y en su momento Menos que Cero me gustó bastante, más teniendo en cuenta que fue su primer libro y que lo escribió muy joven.

En Suites Imperiales comprobamos qué ha sido de la vida de los protagonistas de Menos que Cero veinticinco años después. Ahora Clay es un guionista de éxito que vuelve a Los Ángeles para participar en el cásting de una película que está escribiendo, adaptación de una novela muy popular. Allí se reencuentra de nuevo con sus viejas amistades: su ex-novia Blair, ahora casada con Trent, Julian, que ha dejado atrás sus problemas con las drogas, su antiguo camello Rip, irreconocible tras un sinfín de operaciones de cirugía estética... Y también conoce a una misteriosa y hermosa mujer, Rain, con la que se obsesiona. Además, desde que llega, y especialmente desde que se involucra con Rain, Clay comienza a recibir mensajes anónimos en el móvil. que le advierten que está vigilado y que tenga cuidado si no quiere terminar mal parado.

Aunque hayan pasado veinticinco años, el estilo entre un libro y otro es muy parecido, y es muy fácil volver a meterse de lleno en esa forma de contarte las cosas de Clay. Si en Menos que Cero éramos testigos de toda esa indiferencia que sentían los adolescentes ricos cuya única diversión en la vida era beber, drogarse y acostarse con el primero que encontraban solo por sentir algo, ahora las cosas no son mucho más distintas; ahora tienen unos cuantos años más, tienen trabajos y responsabilidades, pero siguen igual de perdidos en la vida, añoran esa juventud perdida, y cambiamos ese ambiente adolescente por la superficialidad que rodea Hollywood, y todo a lo que son capaces de llegar tanto los que están a cargo como los que quieren una oportunidad en ese mundo tan siniestro. De nuevo las personas son intercambiables; una vez más casi todos son rubios, bronceados y de blancos dientes, todas las descripciones son iguales porque todos los actores y todas las actrices jóvenes que quieren triunfar son iguales.

Reconozco que al principio me gustó volver a entrar en esa dinámica. De Menos que Cero siempre he dicho que me fascina esa narración, y me alegró comprobar que no había cambiado en Suites Imperiales. Incluso me hizo mucha gracia cómo plantea el autor el inicio del libro: Menos que Cero fue una novela escrita por una persona en el círculo de amistades de Clay, que después fue llevada a la pantalla grande y que los protagonistas fueron a ver (describe a Robert Downey Jr. como "un payaso de cara triste y talento"). Lo encontré divertido pese a que fuera una excusa barata para criticar a la película, que todos sabemos que no tiene nada que ver con el libro más que los nombres de los personajes y poco más.

Pero el problema es que, a medida que avanzaba en la lectura, me daba cuenta de que Suites Imperiales no aporta absolutamente nada y que es una secuela innecesaria. Menos que Cero tenía su razón de ser, era un producto muy de su época, y es algo que reconoces cuando te la lees. En Suites todo lo que se cuece detrás de las bambalinas de Hollywood es algo tan asqueroso como ya te esperas, y no está contado de una forma interesante, es básicamente violencia y sexo gratuitos. Toda la simpatía que le pudieras guardar a Clay se esfuma de un plumazo, y, sinceramente, no apetece mucho ver cómo las mujeres (y algunos hombres, también, pero especialmente las mujeres) son vejadas y tratadas como trozos de carne, y todo el asunto con Julian me sobró bastante porque no le veo el sentido a que Clay haga algo así.

Encima, es una novela corta que no llega a las ciento cincuenta páginas y aun así se las arregla para ser extremadamente repetitiva. Perdí la cuenta de todas las veces que diferentes personajes le advierten a Clay que se aleje de Rain pero sin darle detalles concretos.

La verdad es que me arrepiento de haberme leído este libro porque me ha empañado el recuerdo que tenía de Menos que Cero; hubiera sido más feliz de no saber nunca cómo acaba Julian. Sinceramente espero que RDJ no se acerque a esto ni con un palo.

Nota: 3

sábado, noviembre 05, 2016

Pequeños Contratiempos

Jennifer Weiner es otra de esas autoras de chick-lit populares que me faltaban por probar. Había leído muy buenas críticas de una de sus novelas, Good in Bed, y hace unos años vi una película que adaptaba uno de sus libros, En sus Zapatos, y que me gustó bastante, así que cuando encontré este libro en la biblioteca de mi barrio me decidí a probar.

Pequeños Contratiempos, la tercera novela de Weiner, sigue a cuatro mujeres en Filadelfia en el que se supone es el mejor momento de sus vidas: la reciente maternidad. Becky, Kelly y Ayinde se conocen en una clase de yoga para embarazadas y se hacen amigas. Becky es dueña de un restaurante muy popular y está casada con un médico, Kelly es una organizadora de bodas y eventos que sueña con tener la casa perfecta y su vida planificada al milímetro, y Ayinde es una reportera de televisión casada con una estrella de la NBA, el archifamoso Richard Towne. Las tres van a dar a luz a su primer hijo, pero ninguna se imagina lo difícil que va a resultar criar a sus bebés cuando sus vidas se conviertan en un caos: Becky por la continua interferencia de su insoportable suegra, Kelly cuando su marido se queda inesperadamente sin trabajo y no parece tener muchas ganas de encontrar otro, y Ayinde cuando empiece a sospechar que su marido ha podido serle infiel.
Y luego tenemos a Lia, una actriz de Hollywood que ha vuelto a su ciudad natal tras la muerte de su bebé, y que gracias a la amistad de las otras tres chicas saldrá adelante.

Weiner se inspiró en su propia experiencia cuando fue mamá para crear esta historia, así que es posible que si no te puedes sentir identificada con las protagonistas porque nunca has tenido un bebé sea difícil conectar con este libro, que es lo que me pasó a mí. Como mujer entiendo lo difícil que es esa sensación de que lo tienes que hacer todo tú sola, que aunque estés agotada has de poder llegar a todo, el trabajo, el crío, las tareas de la casa, pero claro, no tengo hijos ni creo que los tenga, así que son un tipo de problemas que tampoco me producen una gran simpatía por ellas.

En general el libro me gustó muy poco porque lo encontré muy aburrido. Ninguna de las protagonistas es interesante, todas tienen personalidades muy vacías, salvo tal vez Becky (que si no me equivoco es el prototipo de protagonista de Weiner), y los personajes masculinos son absolutamente anodinos. Además, en cuanto a las protagonistas empiezan a acumulárseles los problemas la historia se vuelve muy deprimente, porque no está bien manejada la mezcla del humor con el drama, algo que debería ser primordial en este género. Todas las historias son muy previsibles, y lo que es el tema de la maternidad es muy repetitivo, todo el rato son ellas dándoles besitos a sus bebés, aspirando su aroma y poco más.

Luego está el tema de la narración; Lia narra en primera persona mientras que las otras tres lo hacen en tercera, lo cual acaba por desconectar todavía más la historia, porque realmente no hay ninguna necesidad. El tema de superar la muerte de un hijo siempre es interesante de desarrollar, porque es probablemente lo más terrible que te puede pasar en la vida, y más cuando es apenas un bebé de unos días y de una forma a la que es imposible encontrarle explicación, pero, como digo, la autora no sabe sacarle partido a ninguna de las situaciones y Lia termina por ser también excesivamente plana.

Pequeños Contratiempos es un libro sin chispa, monótono, que no transmite la ternura que debería irradiar un libro sobre mamás y sus bebés recién nacidos, que no te hace reír, emocionarte o engancharte tanto a la vida de estas mujeres que te de pena cuando pasas la última página. El único momento que está logrado es el del hospital entre Ayinde y Richard, pero lamentablemente no es suficiente para aprobar a Weiner. Probaré con algún otro de sus libros a ver si el problema aquí soy yo por no ser el público objetivo de esta novela.

Ah, también quería comentar que tengo la sensación que la traducción ayuda mucho en hacer que este libro sea tan pesado. El verbo aovillar sale como quinientas veces, con embutir lo mismo, y algo que me molestó mucho es que todas las veces que alguien dice "Well" para empezar una frase estuviera traducido como "Bien" cuando en castellano lo que decimos es "Bueno". O cosas como "it wasn't very funny" (traduciendo de la traducción, ojo, imagino que decía eso en el original) por "no era muy divertido" en vez de "pues no tenía mucha gracia" para que suene más natural. Para traducir hay que saber adaptar, porque de otra forma los personajes hablan de una forma que nadie lo haría en la vida real. Pero en fin.

Nota: 4.5